En el corazón del Périgord Negro, a pocos kilómetros del prestigioso Valle de la Vézère,
la cueva de Rouffignac es una inmensa caverna.
Fue frecuentada sucesivamente por osos de las cavernas y por artistas prehistóricos,
y conserva espectaculares testimonios.
Hay más de 250 figuraciones animales, de 160 siglos de antigüedad, diseminadas en este laberinto subterráneo.
A bordo de un tren eléctrico, la visita permite, sin cansarse, sumergirse en el universo misterioso de las cuevas y descubrir el arte de los cazadores recolectores de la Prehistoria.
Lugar privilegiado de difusión de conocimiento, la cueva de Rouffignac acoge regularmente exposiciones científicas.
Monument historique
Grottes de France
Inscrit au patrimoine mondial par l'UNESCO
Apertura de la temporada 2025
Todos los días del 6 de abril al 1 de noviembre de 2025
- Del 6 de abril al 30 de junio: de 10.00 a 11.30 h. y de 14.00 a 17.00 h.
- Del 1 de julio al 31 de agosto: de 9.00 a 11.30 h. y de 14.00 a 18.00 h.
- Del 1 de septiembre al 1 de noviembre: de 10.00 a 11.30 h. y de 14.00 a 17.00 h.
Del 1 de marzo al 30 de noviembre, se admiten grupos de 20 personas o más con cita previa.
Taquilla
¡ATENCIÓN! ¡Nueva taquilla!
En 2025, introduciremos la venta de entradas en línea. Desde principios de marzo de 2025, podrá reservar sus entradas a través de este sitio web.
Podrá seguir comprando entradas in situ, pero sólo por días y según disponibilidad.
Las reservas para grupos (con tarifas preferentes) se mantienen sin cambios: exclusivamente por teléfono (05 53 05 41 71) o a través del formulario de contacto de este sitio web.
Las entradas no pueden cambiarse ni devolverse.
Tarifas
Para familias : Adultos: 11 € ; Niños (de 6 a 12 años): 8 €
Para grupos : Adultos: 9 € ; Escolares: 6 €
Se puede acceder a la cueva desde la autopista A89, por las salidas 16 (llegando de Burdeos) y 17 (llegando de Brive, Paris o Clermont Ferrand)
La cueva se encuentra a 4 km al sur del pueblo de Rouffignac siguiendo por la D32.
Coordenadas GPS : Latitud: 45° 00' 26" y Longitud: 45° 00' 26"
Informaciones prácticas:
- La visita dura aproximadamente 1 hora y 10 minutos.
- En el lugar hay una tienda de recuerdos con una librería de prehistoria.
- En el exterior, en un entorno natural intacto, podrá disfrutar de una zona de picnic a la sombra y de varias rutas de senderismo.
Una cueva es un entorno auténtico, frío, oscuro y húmedo. En Rouffignac, la visita dura más de 1 hora y el uso del tren eléctrico es sinónimo de inmovilidad. Lleve ropa de abrigo. - Por razones de conservación, no se aceptan animales.
- Los medios de pago aceptados son el efectivo (euros) y las tarjetas de crédito (Visa y Mastercard).
- No se aceptan las tarjetas bancarias American Express.
¡Disfruten de la visita!
Desde 1959, ¡Trenes en una cueva!
Una cueva es un medio con un equilibrio precario. La presencia de arte prehistórico hace aún más indispensable el respeto de este equilibrio.
Conciliar, visitar y conservar implica precauciones especiales como la limitación del número de visitantes o la gestión de las luces, atendiendo tanto a su duración como a su potencia.
Por esta razón la visita a la cueva de Rouffignac tiene lugar a bordo de pequeños trenes eléctricos que canalizan el público, transportan la iluminación y garantizan cierta discreción a nuestra frecuentación repetida en la cueva.
Esta planificación, creada en 1959, es única en una cueva ornamentada.
En una hora de exploración, se permite al visitante experimentar la naturaleza impresionante del lugar y descubrir su arte prehistórico, sin ningún esfuerzo y sin peligro para su conservación, mientras se disfruta de una visita comentada.
El primer tren de la cueva, a la salida de la visita, en los años 60.
Una cueva inmensa
La cueva de Rouffignac es una de las más grandes de la región. Cuenta con unos 8 kilómetros de galerías distribuidas en corredores de un volumen inusual en el Périgord. Las galerías, distribuidas en 3 niveles, pueden alcanzar una decena de metros de alto o una docena de ancho. El conjunto está excavado en una caliza cretácea donde abundan los nódulos de sílex. La red subterránea es actualmente totalmente fósil a excepción de un pequeño arroyo que recorre sus entrañas más profundas. La mayor parte de la excavación de las galerías realizada por el agua se desarrolló durante la era geológica terciaria. Se considera que la red subterránea se secó hace 2 o 3 millones de años.
Una cueva frecuentada por los osos
Los primeros en frecuentar la cueva fueron los osos de las cavernas. De sus repetidos pasos por la cavidad subsisten numerosas huellas: Innumerables arañazos realizados con sus garras sobre las paredes y los techos y nidos en el suelo arcilloso de algunas galerías. Sin embargo, nos sorprende la escasez de huesos. Estos osos eran una especie ya extinta cuando los artistas prehistóricos vinieron a Rouffignac.
El paso de los artistas magdalenienses
El mamut es en Rouffignac el tema predominante. 170 de estos paquidermos están representados en las paredes y los techos de este laberinto.
A pesar del gran prestigio del que goza este animal en nuestro imaginario, fue relativamente poco representado por los artistas prehistóricos quienes preferían, generalmente, los caballos y los bisontes. Así, de entre las 350 cavidades decoradas de Europa occidental, aproximadamente un tercio de las representaciones de esta especie se encuentran en Rouffignac. Por esta razón, se apoda a veces a este sitio como "la cueva de los cien mamuts".
Esta elección de los artistas es sorprendente sobretodo porque los huesos de mamuts son raros en el suroeste de Francia, esto añade misterio a la ornamentación de la cueva.
El grabado del patriarca
Entre las numerosas representaciones de mamuts, esta es una de las más espectaculares. Representa a un animal longevo (teniendo en cuenta sus gigantescos colmillos) e ilustra bien la claridad del arte de Rouffignac y la espontaneidad de los gestos de los artistas que trabajaron aquí.
Un conjunto de mamuts y cabras montesas
Como es habitual en el arte de las cavernas, alrededor del tema central gravitan otros temas. Es el caso del Gran Plafond donde un remolino de 65 animales se entremezclan alrededor de un pozo que comunica con los niveles inferiores de la cueva. A los inevitables caballos y bisontes se añaden aquí rinocerontes, muy raros en el arte de las cavernas, y cabras montesas como las que rodean al Abuelo, una de las figuras de mamuts más completas de la caverna.
Después del grabado, la segunda técnica utilizada por los artistas de esta cueva es el dibujo de trazo negro. Esta simplicidad técnica acentúa, sin duda alguna, la fuerza evocadora de estas imágenes, tanto si simplemente se superponen en el Gran Plafond como si participan en conjuntos estructurados como el "Friso de los diez mamuts”.
Aquí, más que en ningún otro sitio, se refleja toda la sensibilidad y la modernidad de los artistas magdalenienses.